Rompiendo paradigmas sobre el capitalismo y liberalismo

 Actualmente, de forma constante vivimos episodios económicos y sociales que afectan al ser humano, los términos “capitalismo y liberalismo” son objetos de malentendidos y controversias, donde por lo general, las personas con ideologías de izquierda aprovechan para desinformar malintencionadamente a la población. Mientras algunos asocian estos términos con el abuso del poder económico o con la desigualdad, otros los idealizan como sistemas perfectos que garantizan prosperidad sin límites. Sin embargo, tanto el capitalismo como el liberalismo clásico tienen raíces filosóficas y económicas que los definen más allá de las caricaturas mediáticas y los prejuicios ideológicos. Por tanto, es necesario que exploremos las premisas esenciales que hacen del capitalismo un sistema de producción y del liberalismo una filosofía política orientada a maximizar el bienestar humano, destacando cómo ambos han sido desfigurados por conceptos equivocados y políticas que no representan sus verdaderos ideales.

 Iniciemos este análisis describiendo el capitalismo, el cual es un sistema económico basado en la propiedad privada de los medios de producción, el intercambio voluntario y la libre competencia, por resumirlo de manera drástica. El liberalismo clásico, por su parte, es una filosofía política que se inclina por la libertad individual, el estado limitado y el respeto a los derechos de propiedad. Ambos conceptos están interrelacionados, pero no son sinónimos; mientras el capitalismo describe un sistema económico, el liberalismo clásico ofrece la base ética y política que lo sustenta.

 Según Ludwig von Mises en su Tratado sobre Economía, “La Acción Humana”, la propiedad privada es la base fundamental de la cooperación social y la creación de riqueza. El sistema capitalista permite a los individuos disponer de recursos según sus preferencias, fomentando la innovación y la eficiencia. Por otro lado, Friedrich Hayek, en uno de sus libros cumbre “El Camino de Servidumbre”, argumenta que los mercados libres son esenciales para coordinar el conocimiento disperso en la sociedad, permitiendo que las decisiones económicas se tomen de manera descentralizada y eficiente. Finalmente, John Locke, en “Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil”, define al gobierno como un árbitro cuyo propósito principal es proteger los derechos individuales, no interferir en las decisiones privadas.

 Ahora veamos la otra cara de la moneda. En el discurso público, el capitalismo y el liberalismo clásico suelen ser malinterpretados o caricaturizados por aquellas personas de izquierda que emiten opiniones con base en el odio y el resentimiento. Estas confusiones contribuyen a la percepción negativa de ambos conceptos. Algunos de los errores más comunes son los siguientes:

*      Confundir capitalismo con mercantilismo: muchas personas de izquierda confunden a la población en general cuando emiten discursos donde asocian el capitalismo con prácticas mercantilistas, como monopolios favorecidos por el gobierno o corrupción estatal. sin embargo, el capitalismo genuino hace énfasis en la igualdad ante la ley y la competencia justa, como explica Adam Smith en “La riqueza de las naciones”.

*      Relacionar liberalismo con libertinaje: totalmente contrario a lo que aseveran algunas personas de la izquierda radical, el liberalismo clásico no es una filosofía de ausencia total de reglas, sino de reglas justas y claras que permiten a los individuos coexistir en paz y prosperar.

*      Equivalente a desigualdad extrema: como señala Milton Friedman, el capitalismo no genera pobreza; al contrario, ofrece mecanismos para elevar los estándares de vida mediante la creación de riqueza.

 

El capitalismo y el liberalismo clásico han sido motores fundamentales del progreso humano. Han permitido avances en múltiples áreas al liberar el potencial creativo de los individuos y fomentar la cooperación voluntaria. Algunas contribuciones particulares que puedo citar son:

*      Reducción de la pobreza: Según Deirdre McCloskey en “Bourgeois Equality”, la revolución capitalista del siglo XVIII fue responsable de un aumento sin precedentes en la prosperidad humana, reduciendo significativamente la pobreza extrema.

*      Innovación tecnológica: El sistema capitalista crea incentivos para la innovación. Empresas y emprendedores compiten para desarrollar soluciones eficientes y accesibles, mejorando la calidad de vida de millones de personas. Avances como la cura del cáncer, implantes impresos en 3D son algunos de estos ejemplos.

*      Libertad: Como destaca Hayek, los mercados libres no solo distribuyen recursos de manera eficiente, sino que también preservan la libertad personal al evitar la centralización del poder en manos del Estado.

 

Conclusiones

Ambos conceptos se fundamentan en principios éticos y económicos que promueven la propiedad privada, la libre competencia y la limitación del poder estatal. Estas características no solo han demostrado ser esenciales para el progreso económico, sino también para garantizar la libertad individual y la dignidad humana. A través de la descentralización de las decisiones económicas y la protección de los derechos fundamentales, el capitalismo y el liberalismo clásico ofrecen un marco efectivo para la prosperidad y la paz social.

 Las críticas que asocian al capitalismo con monopolios, desigualdad extrema o explotación surgen de confundir este sistema con prácticas contrarias a su naturaleza, como el mercantilismo o el intervencionismo estatal. Asimismo, el liberalismo clásico no debe interpretarse como una filosofía de ausencia total de normas, sino como un modelo que busca la armonía entre libertad individual y responsabilidad colectiva. Desmitificar estas percepciones es clave para valorar su contribución al desarrollo humano.

 Desde la revolución industrial hasta la era digital, estos sistemas han sido motores de innovación, reducción de la pobreza y generación de riqueza. Como destaca la Escuela Austriaca de Economía, el respeto por los mercados libres y la acción humana individual no solo permite una asignación más eficiente de recursos, sino que también preserva las libertades esenciales de las personas. En un mundo en constante transformación, reivindicar el capitalismo y el liberalismo clásico es indispensable para enfrentar los desafíos del futuro con soluciones sostenibles y equitativas.

 

Referencias bibliográficas:

  1. Friedman, M. (1962). Capitalismo y Libertad. Chicago: University of Chicago Press.
  2. Hayek, F. A. (1944). El Camino de Servidumbre. Londres: Routledge.
  3. Locke, J. (1690). Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil. Oxford: Clarendon Press.
  4. McCloskey, D. (2016). Bourgeois Equality: How Ideas, Not Capital or Institutions, Enriched the World. University of Chicago Press.
  5. Mises, L. von (1949). La Acción Humana: Tratado de Economía. Yale University Press.
  6. Smith, A. (1776). La Riqueza de las Naciones. Londres: W. Strahan y T. Cadell.

 

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